Letztes
Wochenende bin ich mit einer Freundin nach Rostock gefahren und das war einfach
super. Unser erstes Ziel war die Ostsee, wo wir einen wunderschönen
Sonnenuntergang erlebten. Es war einfach herrlich, am Meer zu sein, den Sand
anzufassen, das Rauschen der Wellen zu hören und die frische Luft einzuatmen.
„Frische Luft“ auch im Sinne von „mal weg von
Berlin“ zu sein, denn die Stadt hat IRGEND ETWAS, was dich auslaugt. Berlin ist
super, für mich ist es die beste Stadt in der ich je gelebt habe, denn sie
bietet alles: Freude, Lachen, Freiheit, Partys, Nachtleben, Anonymität, Ruhe
und manchmal auch ein bisschen Einsamkeit und Momente, in denen du dich fragst,
wo du stehst und wo du eigentlich hingehen willst. Die Stadt gibt dir alles, aber
sie nimmt dir auch viel weg. Zum Beispiel, wenn es ohne Ankündigung kalt wird,
weil der Sommer vorbei ist oder sie dir mal wieder zeigt, wie weit entfernt der
nächste Kiez ist und dass die Tage in Berlin doch mehr als 24 Stunden haben
sollten.
Berlin ist groß
und kann manchmal sehr stressig sein. Deswegen ist es wichtig, mal eine kleine
Pause einzulegen und mal wieder „Kleinstadtleben“ zu genießen, wo alles zu Fuß
erreichbar ist und, noch besser, wo es Meer gibt. Dann die Augen schließen,
einfach abschalten, denken, ich bin in der Heimat, Energie tanken, einatmen,
ausatmen. Nichts tun. Irgendwann wieder die Augen öffnen, sich wieder auf die
Hauptstadt freuen und an das Ende des Songs von Peter Fox „Schwarz zu blau“
denken, wenn er über Berlin sagt: „...doch die Sonne geht gerade auf/ und ich
weiß/ ob ich will oder nicht/ dass ich dich zum Atmen brauch...“.
El fin de semana pasado me fui a Rostock con una amiga y fue
genial. El primer día subimos a la playa del Mar Báltico y vimos un atardecer
precioso. Fue extraordinario estar cerca del mar, tocar la arena, escuchar el
vaivén de las olas y tomar aire fresco.
Tomar “aire fresco” también en el sentido de “salir de
Berlín”, porque la ciudad tiene ALGO que te consume. Berlín es genial, para mí es
la mejor ciudad en la que he vivido jamás, porque te ofrece todo: alegría,
risas, libertad, fiestas, vida nocturna, anonimato, tranquilidad y a veces
también un poco de soledad y momentos en los que te preguntas dónde estás y a
dónde quieres ir realmente. La ciudad te lo da todo, pero también te quita
mucho. Por ejemplo, cuando, sin previo aviso, se vuelve fría porque el verano
ya se fue o cuando te vuelve a demostrar lo largas que pueden llegar a ser las
distancias y que los días en Berlín deberían tener más de 24 horas.
Berlín es grande y puede llegar a ser muy agotador. Por eso
es importante hacer una pequeña pausa y disfrutar de una ciudad provincial,
donde todo se alcanza andando y, mejor aún, donde hay mar. Luego cerrar los
ojos, simplemente desconectar, pensar que estás en casa, recuperar energías,
inspirar, expirar. No hacer nada. En un momento dado volver a abrir los ojos,
alegrarse de volver a la capital y pensar en el final de la canción “Schwarz zu blau” de Peter Fox, cuando dice esto sobre Berlín:”…pero el sol se pone ahora
mismo/y sé que/quiera o no/te necesito para vivir…”.