viernes, 26 de noviembre de 2010

La pantalla engañosa - Der trügerische Monitor

Cuando cojo el metro desde casa, es decir, desde el Alexanderplatz, para llegar a Mehringdamm, debo hacer un trasbordo en Stadtmitte. Esto realmente no es un problema, al no ser que se tenga prisa – lo que a mí me sucede muy a menudo -, ya que cada minuto cuenta. Tanto que hasta calculo antes en qué vagón me meto dónde para llegar a tiempo.

Una vez en Stadtmitte, debo ir por un túnel para coger el próximo tren y mientras me voy fijando en el monitor el cual indica cuántos minutos quedan. A menudo pone “8 minutos”, así que con toda tranquilidad voy caminando por el pasillo subterráneo, en el que hay muchos músicos. Pero una vez vi desde lejos que un montón de personas, que habían alcanzado el final del túnel, de repente echaron a correr. Cuando llegué al andén, entendí el por qué. El tren, mi tren, acababa de irse. El monitor indicaba 7 minutos. Ah. Vale. Una no se debe fiar de él.

De este modo, cuando veo que el monitor vuelve a indicar los famosos 8 minutos, echo a correr como una loca por el túnel y me meto en la U6 – sin respiración alguna, claro-. Desde entonces he bautizado la pantalla como “la pantalla engañosa”. Y así se va a quedar.


Wenn ich von zu Hause aus, also vom Alexanderplatz, mit der U-Bahn nach Mehringdamm fahre, muss ich in Stadtmitte umsteigen. Dies ist eigentlich kein Thema, es sei denn, man hat es etwas eilig -was bei mir sehr oft vorkommt- dann zählt nämlich jede Minute. So sehr, dass ich vorher schon kalkuliere, in welchen Waggon ich wo einsteigen muss um ja rechtzeitig anzukommen.

In Stadtmitte angekommen, muss ich durch einen Tunnel laufen, um meine nächste Bahn zu nehmen und dabei schaue ich immer auf den Monitor, der angibt, in wie vielen Minuten sie kommt. Meistens steht dort 8 Minuten, also schlendere ich in aller Ruhe durch die Unterführung, in der es viele Straßenmusikanten gibt. Aber einmal sah ich vom Weiten die Menschen, die schon fast am Ende des Tunnels angekommen waren, plötzlich losrennen. Als ich am Gleis ankam, verstand ich warum. Die Bahn, meine Bahn, war gerade losgefahren. Der Monitor zeigte nun 7 Minuten an. Aha. Alles klar. Man darf sich nicht auf ihn verlassen.

Inzwischen, wenn ich sehe, dass der Bildschirm wieder 8 Minuten ansagt, renne ich wie wild durch den Tunnel und gelange in die U6 – atemlos natürlich-. Seitdem habe ich den Bildschirm als den „trügerischen Monitor“ getauft. Und dabei soll es auch bleiben.

1 comentario:

  1. que extres chiquilla!.... esto por aqui no lo sufro. Mas bien, des- extres (si es que existe eso je je). Pero esto a su vez... tambien extresa.

    ResponderEliminar