lunes, 20 de junio de 2011

Berliner Uhren ticken anders - Los relojes berlineses funcionan diferente

Seitdem ich in Berlin wohne, ist mir aufgefallen, dass die Uhren hier ganz anders ticken als woanders. Die Entfernungen sind einfach sehr groß und für alles braucht man doppelt so viel Zeit. Egal, wo ich hin möchte oder was ich zu erledigen habe, ich habe immer das Gefühl, dass die Zeit sich zieht und das Erreichen des Ziels unheimlich viel Energie kostet. Das liegt auch daran, dass man für fast alles die U-Bahn nehmen muss. Sei es, um zur Arbeit zu fahren, eine Freundin zu besuchen oder auf einen Geburtstag zu gehen...alles kostet viel Zeit und wenn der Tag dann rum ist, frag ich mich öfters, warum ich denn so müde bin, da ich den Eindruck habe, „nichts“ gemacht zu haben.


Früher in Spanien war es anders. Da alles in der Nähe ist, hatte man innerhalb weniger Stunden viel geschafft. Man konnte sich spontan auf ein Bierchen treffen, „mal eben so“ nach Marbella fahren, um jemanden zu besuchen und Abends in Málaga ins Kino gehen, ohne das es zeitaufwendig schien. Aber hier? Hier kommt jede Aktion einem Ausflug gleich (Ich muss nach Prenzlauer Berg...boah, 3 x umsteigen...boah...ey, nee!). Und da es allen so geht und man nicht mal dazu kommt, sich auf einen Kaffee zu treffen, verabredet man sich sogar zum telefonieren, obwohl man in der gleichen Stadt wohnt. Wie krass ist das denn?!

Gleich habe ich wieder ein Phone-Date mit einer Freundin und ich weiß jetzt schon, dass sie mich fragen wird, ob ich endlich beim Finanzamt war (nein), ob ich meine Hose gekürzt habe (nein) und ob ich mit meinen Übersetzungen weiter gekommen bin (nein). Meine To-Do Liste ist genauso lang wie vor zwei Wochen.

Sehr geehrte Berliner-Stunden, wo seid ihr denn alle hin?



Desde que vivo en Berlín me he dado cuenta de que aquí los relojes funcionan diferente. Las distancias son muy largas y para todo se necesita el doble de tiempo. No importa a dónde quiera ir o lo que tenga que hacer, siempre tengo la sensación de que el tiempo se hace largo y que el alcanzar de la meta cuesta muchísima energía. Pero también es porque para casi todo hay que coger el metro. Ya sea para ir al trabajo, visitar una amiga o asistir a un cumpleaños…todo cuesta mucho tiempo y cuando ha finalizado el día, a menudo me pregunto por qué estoy tan cansada, ya que tengo la impresión de no haber hecho “nada”.

En España todo era diferente. Como todo está tan cerca, en cuestión de pocas horas se habían hecho muchas cosas. Se podía quedar espontáneamente para tomar una cerveza, ir a Marbella “así porque sí” para visitar alguien y por la noche a Málaga para ir al cine sin que pareciera gran cosa. ¿Pero aquí? Cada actividad parece una excursión (Tengo que ir a Prenzlauer Berg...boah, 3 trasbordos....¡joooooder!). Y como a todos les pasa lo mismo y ni siquiera da tiempo para tomar un café, una queda para hablar por teléfono aunque se viva en la misma ciudad. ¿Qué locura es esta?

Dentro de un rato tengo una nueva „cita telefónica” con una amiga y ya sé que me va a preguntar si por fin he ido a Hacienda (no), si le he cogido los bajos a los pantalones (no) y si he avanzado con mis traducciones (no). Mi lista de “cosas que hacer” sigue igual de larga que hace dos semanas.

Estimadas horas berlinesas, ¿a dónde habéis ido todas?

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