martes, 1 de junio de 2010

El camuflaje - Die Tarnung


Siempre que estuve en Berlín de visita me preguntaba cómo se controlaban los billetes del metro, ya que nunca los tuve que mostrar. También pudo ser precisamente por ello, porque como turista mis recorridos eran cortos y así nunca me topé con el revisor de billetes. A esta persona yo me la imaginaba siempre como los de los trenes grandes: algo mayor con uniforme gris e incluso con una gorra. Desde que vivo aquí siempre he estado pendiente de estos trabajadores. Pero nunca los vi.

Un día, en una de las muchas paradas en las que entran al metro cientos de personas, escuché una voz masculina: “¡Billetes, por favor!”. Primero tuve que investigar de quién era la voz, porque con tanta gente no es fácil y sobre todo, cuando tú estás sentado y otras 50 personas están de pie alrededor tuya. Así que asomé mi cabecita entre las masas…y ahí vi cómo los viajeros le mostraban a alguien sus billetes y éste a cambio una tarjeta tipo DNI. Ese alguien no llevaba uniforme, ni gorra y tampoco era mayor. El hombre tenía mi edad y vestía normal.

Así funcionan las cosas, los “controladores” se camuflan entre la muchedumbre para que nadie los reconozca. Tras una estación o dos se bajan del metro y se montan en otro. La mayoría de los que se dedican a esto reciben ayudas sociales y sólo lo hacen a media jornada. Y si sancionan a alguien por ir sin billete, se llevan comisiones. Qué fuerte.


Immer, als ich in Berlin zu Besuch war, habe ich mich gefragt, wie die Tickets in den U-Bahnen kontrolliert werden, da ich sie nie vorzeigen musste. Lag aber vielleicht auch gerade daran, dass ich als Tourist immer nur kurze Strecken fuhr und mir niemals ein Kontrolleur entgegen kam. Ich stellte mir ihn wie eine Art Schaffner vor: ältere Personen mit grauer Uniform und evtl. sogar noch mit einer Kappe. Seitdem ich hier wohne, hielt ich immer nach solchen Uniformen Ausschau. Doch ich sah sie nicht.

Eines Tages, an einer von den vielen Stationen, wo hunderte von Menschen auf einmal in die Bahn einsteigen, hörte ich plötzlich eine männliche Stimme: „Fahrkarten, bitte!“. Ich musste erstmal nachforschen, wem die Stimme gehörte, denn bei sovielen Leuten ist das ja nicht einfach und schon mal gar nicht, wenn du sitzt und 50 Personen um dich rumstehen. Ich also mein Köpfchen durch die Masse...und dann sah ich, wie die Fahrgäste jemanden das Ticket vorzeigten und der hingegen seinen Ausweis. Dieser Jemand trug keine Uniform, keine Kappe und war auch nicht älter. Der Mann war in meinem Alter und ganz normal „urban“ gekleidet.

So war das also, die Kontrolle tarnen sich also richtig in der Masse, damit niemand sie erkennen kann. Nach einer Station oder zwei steigen sie dann wieder aus und rennen zur nächsten Bahn. Die meisten von ihnen sind Hartz IV– Empfänger und machen das nur zur Teilzeit. Und wenn sie Strafzettel verpassen, weil jemand schwarz fährt, kriegen sie Provision. Krass.


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